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Cuando nos referimos a vocación como profesor o instructor de Yoga estamos hablando de algo que va mucho más allá de la cualificación. Esto es, porque la labor del profesor de Yoga es una labor repleta de significado, que es causa de las inquietudes existenciales de una persona, y que atiende a una concepción de la vida especial.

Esta vocación en el profesor de Yoga es la que nos permite generar y alimentar nuestro estado de percepción de la vida que nos muestra una manera de vivir, con la auténtica intención de vivir.

Pocas cosas muestran tan bien la vocación de un profesor de Yoga como sus incansables ganas de convertir cualquier lugar por inhóspito que sea, en un ashram donde poder invocar al silencio y a todo ese legado milenario que lleva consigo cada vez que se encuentra con sus alumnos y los invita a respirar por primera vez en una clase de Yoga. Durante mis inicios, no fueron pocas las veces en las que dejé mis zapatos en las puertas de algún sitio no muy apropiado e incluso quizá inoportuno, como una ocasión para agradecer a mis alumnos, que son mis compañeros en el viaje de mi vocación, por ser ellos quienes pasaban por la puerta con toda la grandeza de su humanidad, siendo conscientes de entrar en un lugar sagrado para saborear otra dimensión de ellos mismos.

En mi opinión, es imposible ser profesor de Yoga y vivir el Yoga como algo separado de sus propias vidas. De hecho, jamás he conocido a alguien para el que esto sea así. Tampoco he conocido personas que hayan tomado el Yoga como una forma de diversificar las tareas diarias. Sin embargo, sí que he conocido a muchas personas que entran en el mundo del Yoga por motivos realmente disparatados, o simplemente por moda, y que después han quedado enamorados de todo lo que supone este precioso mundo, e incluso convirtiéndose en profesores con nuestro curso de Yoga en Málaga.

Cuando alguien tiene la sensación de que el Yoga debe convertirse en su referencia de existencia, no solo está seleccionando un medio para subsistir y una profesión absolutamente maravillosa, sino una forma de desenvolverse ante sí mismo, una forma de comprometerse con los grandes y respetables valores que el Yoga nos enseña, el Yama y Niyama, un esfuerzo por prepararse para brindar a los demás sus frutos.

El buen profesor de Yoga, debe aprender a perfilar sus habilidades para la enseñanza, y permitir que un maestro le ayude a extraer otras para poder alcanzar sus metas. El compromiso personal, es lo que consigue que la mente se ponga en esa natural disposición de adoptar con voluntad, cualquier dirección. Durante estos años, en el curso de Yoga en Málaga de IOMFIT, he tenido la enorme suerte de poder formar como profesores de Yoga a muchas personas, y hoy en día son profesores en otros centros de Yoga, algunos han abierto sus propios centros e incluso se han convertido en formadores de otros profesores de Yoga. He podido ser partícipe de su crecimiento y la realidad es que siento que formaré parte siempre de sus trayectorias y del legado que ellos dejan en cada paso que toman.

Durante esta vivencia de caminar juntos durante un tiempo, he podido percibir que el compromiso es el valor más importante para conseguir todo aquello que una persona ofrece en el proceso que debe seguir para convertirse en un excelente profesor de Yoga.

Los asanas no son únicamente posturas, los vinyasa son bastante más que movimientos, y las técnicas de pranayama no nos sirven solo para reducir nuestros niveles de estrés. La meditación no se entiende como una simple forma de desconectar, va mucho más allá. Cuando un profesor de Yoga se dispone a empezar su clase, su motivación y compromiso, es decir, su vocación, produce una conexión sorprendentemente instantánea con ese «algo más» que proponen estas técnicas.

Actualmente, vivimos en momentos llenos de distracciones, confusiones, estímulos que nos desvían continuamente de nosotros mismos y de todo aquello que nos va presentando la realidad de la vida, pero a la vez, yo siento que justo por esa motivación, y justo por la confianza que creamos para la realización de nuestra vocación como profesores de Yoga, el destino pinta para nosotros una especie de mandala en el que el espíritu humano, la conexión entre todos, profesores y alumnos, es el punto central. Cuando ofrecemos una clase de Yoga en Málaga, creamos un vínculo de unidad, y abrimos la puerta de la claridad de lo que somos nosotros mismos.

Únicamente a través de la práctica, la disciplina, el esfuerzo y el trabajo, podremos hacer emerger nuestro verdadero potencial. Es la única manera que tenemos de conseguir un estilo de vida único, que nos ponga en la autenticidad y en la vivencia plena de nuestra existencia.

 

Cualidades imprescindibles: claridad e integridad.

La vocación del profesor de Yoga, es decir, esas ganas imparables de compartir con otras personas los hallazgos que el Yoga le ha ofrecido, es la base que aguanta la capacidad de continuar hacia las metas que tenemos en nuestra vida.

Compartir y enseñar Yoga, requiere de una disposición verdaderamente abierta hacia la claridad. Cuando nos referimos a la claridad, hablamos de revelar quienes somos, de tomar conciencia de nosotros mismos, y de hacer aflorar nuestros principios, valores e ideales de vida, actuando en consecuencia.

Puedes comenzar respondiendo a algunas preguntas que deberías hacerte si estás pensando convertirte en profesor de yoga en nuestro curso de Yoga en Málaga: ¿Qué es lo que quiero compartir? ¿Por qué quiero convertirme en profesor de Yoga? ¿Qué herramientas me entrega el Yoga para poder expresar mis objetivos de vida? ¿Qué hay en mi mismo/a que pueda compartir con los demás?

Espero que este artículo te haya hecho reflexionar sobre tu idea de convertirse en profesor de Yoga, y te animes a dar el paso. Ya sabes que el mundo del Yoga es un mundo maravilloso, al que merece la pena anclarse, y esta es sin duda una gran forma de hacerlo. Por nuestra parte, en IOMFIT siempre estaremos dispuestos a ayudarte en este camino, con nuestro curso de Yoga en Málaga. Te esperamos.

 

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