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Para muchas mujeres, el suelo pélvico es un gran desconocido. Sin embargo, es una musculatura sumamente importante para nuestra calidad de vida, porque si está debilitada afectará a nuestro bienestar físico y psíquico.

El suelo pélvico es un conjunto de músculos y ligamentos que cierran la cavidad abdominal en su parte inferior. Su función es sostener lo órganos pélvicos (vejiga y uretra, útero y vagina y recto) en la posición adecuada, porque de ello depende su normal funcionamiento. Lo podemos visualizar como un «puente colgante», donde tendríamos el hueso sacro en un extremo (donde finaliza la columna vertebral) y en el otro lado el pubis. Los «cables suspensorios», que gracias a su tensión adecuada mantendrían el puente firme, serían principalmente los ligamentos de sostén.

Éstos unen las estructuras óseas con los órganos pélvicos, que se encontrarían colgando de este puente. Por último, el suelo del puente lo formaría un plano muscular (concretamente el músculo elevador del ano) y una lámina de tejido conjuntivo (es el tejido que en nuestro organismo proporciona sostén, donde encontramos fibras de colágeno ordenadas en paralelo, a modo de lámina; en el caso del suelo pélvico se llama fascia endopélvica). A diferencia de un puente estático, nuestro suelo pélvico no es rígido, es algo dinámico, que se adapta a nuestro movimiento, a los cambios posturales y lo hace siempre manteniendo una adecuada tensión que sujete nuestra vejiga, el útero y el recto dentro de la pelvis. Cuando el suelo pélvico se debilita, las estructuras que sostiene descienden y por lo tanto se altera su función.

Un suelo pélvico debilitado puede provocar incontinencia urinaria, molestias, prolapso (caída de los órganos intraabdominales), dolor de espalda e incluso disfunciones sexuales. Si tenemos alguno de estos síntomas, es recomendable consultarlo con el médico o fisioterapeuta para valorar el estado de la musculatura pélvica.

Hay dos grandes acontecimientos en la vida de la mujer que resultan muy decisivos para su suelo pélvico:

  • El embarazo y el parto vaginal.
  • La menopausia.

En el embarazo, esta musculatura debe soportar el aumento de peso del bebé y los cambios hormonales, que la hacen más laxa disminuyendo su capacidad de contención, por lo que hasta un 40% de las españolas padecerá pérdidas de orina en este periodo. Cuando llega el momento del parto, esta musculatura debe estirarse tanto que, sin los mecanismos de defensa del propio embarazo, el daño sería irreparable, aunque el impacto varía en cada caso. Pero si el parto se complica con la intervención de instrumental o una episiotomía, la lesión será mayor.

Tiempo después, la mujer llega a la menopausia y los cambios físicos que suceden en su cuerpo también afectan a esta musculatura, sobre todo si ya llega debilitada o lesionada. Por eso, en esta etapa es muy fácil que aparezcan los siguientes problemas:

  • La incontinencia.
  • El descolgamiento de algún órgano.

¿Cómo proteger el suelo pélvico?

La prevención es la mejor fórmula. Los ejercicios específicos, como el famoso ejercicio de Kegel, son fundamentales para fortalecerlo. Cuanto antes tomemos conciencia de su importancia y comencemos a trabajar esta musculatura, podremos minimizar los inconvenientes durante el embarazo, el parto y, sobre todo, en la menopausia. Si queremos ganar calidad de vida, debemos conocer mejor nuestro cuerpo y, sobre todo, nuestro suelo pélvico y fortalecerlo a cualquier edad. Si no hay problemas previos, cinco minutos al día son suficientes para mantener tonificado el suelo pélvico.

 

¿Cómo hacer los ejercicios Kegel?

Los ejercicios de fortalecimiento del suelo pélvico o periné son conocidos como «Kegels» y sirven para fortalecer el grupo de músculos conformados por los glúteos, los muslos y la pelvis; los cuales sostienen la zona baja del abdomen (vejiga de la orina, útero e intestino inferior).

Cuando hay episiotomía, hay inflamación en el perineo (donde están los puntos). Entonces se recomiendan los ejercicios de Kegel para fortalecer y mejorar la circulación en esa zona, evitar problemas como la incontinencia urinaria. Estos músculos se cansan con facilidad, por eso es mejor hacer varias contracciones o repeticiones varias veces al día, en lugar de hacerlo en una sola sesión. Se pueden realizar en cualquier postura:

  • De pie, separando ligeramente las piernas, apoyada en una pared o reclinada con las manos apoyadas en una mesa.
  • En cuclillas, con la espalda pegada contra la pared.
  • Sentada.
  • Sobre cuatro puntos de apoyo.
  • Tumbada boca arriba con las piernas flexionadas.
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